Proteger los ecosistemas terrestres, combatir la desertificación, revertir la degradación de la tierra y detener la pérdida de biodiversidad

La deforestación y la desertificación –provocadas por las actividades humanas y el cambio climático– suponen grandes retos para el desarrollo sostenible. Los bosques cubren casi el 31% de la superficie de nuestro planeta y mantienen desde el aire que respiramos hasta el agua que bebemos y los alimentos que comemos. Alrededor de 1.600 millones de personas dependen de los bosques para su subsistencia. Además, se calcula que los insectos y otros portadores de polen tienen un valor para la economía alimentaria mundial de más de 170.000 millones de euros anuales. Cada año desaparecen 13 millones de hectáreas de bosque y la degradación persistente de las zonas áridas ha provocado la desertificación de 3.600 millones de hectáreas.